TIEMPO EN PENSAMIENTO: ¿acaso lo que te cuente será verdad?
TIEMPO DE ESCRITURA: tres horas hoy mismo.
TIEMPO DE LECTURA: entre 5 y 6 minutos.
TIEMPO DE REFLEXIÓN: tanto como tantas veces te encuentres de frente con ‘tu verdad’.
En literatura la verdad no existe.
No importa, lo que se persigue en un libro es la veracidad de los personajes, los escenarios, la trama… La verosimilitud. Así, se construyen mundos como Arrakis, el planeta ficticio donde tiene lugar la historia de la novela/película Dune, o los mismísimos siete reinos de Juego de Tronos. Cuando entras en estos universos te crees sus normas. Eso sí, previa desarticulación de tu visión de lo conocido. Bajo la premisa de ficción aceptas una verdad alternativa.
Antes de que llegase Eratóstenes a decir que la Tierra era redonda, los pescadores salían al mar y se quedaban cerca de la costa porque pensaban que la tierra era plana y en algún punto caerían al abismo. Hoy sabemos que el mar ‘no termina’. Entonces, ¿eran unos mentirosos los navegantes? Era su verdad, la única que conocían, desde luego.
¿Intuyes por dónde voy?
¿Jugamos a adivinar qué es verdad y qué creencia?
La Tierra es redonda. ¿Verdad o creencia? El sol es una estrella. ¿Verdad o creencia? Los niños deben obedecer. ¿Verdad o creencia? El dinero no da la felicidad. ¿Verdad o creencia? El fuego quema. ¿Verdad o creencia? El trabajo duro siempre da frutos. ¿Verdad o creencia? Si te quiere, se quedará. ¿Verdad o creencia?
La verdad puede ser sinónimo de ley universal. Y la verdad (también) es una creencia.
Verdad es lo que necesitamos creer para vivir con cierta calma.
Creemos lo que queremos creer y luego buscamos pruebas que lo confirmen. Por eso tu verdad importa tanto o tan poco como la de los demás.
Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto aceptar algunas verdades diferentes a las nuestras fuera de la ficción?
«La verdad es lo que es y sigue siendo verdad aunque se piense al revés».
Antonio Machado
Hace una semana renuncié a mi trabajo y, la verdad, era lo único que podía hacer.
Quedarme era la opción fácil. Pasado el tiempo de aprendizaje que implica cualquier trabajo nuevo —más si se sale completamente de tu zona de confort y es en un área nueva—, empezaba a estar cómoda.
Sin embargo, aquello era un trabajo temporal que respondía a una necesidad concreta que ya había superado. ¿Qué sentido tenía alargar mi verdadero propósito? Cuando tienes claro lo que deseas, cualquier cosa que estés haciendo diferente a eso que quieres es perder el tiempo. Y lo único que no recuperamos es el tiempo. ¿No es verdad?
Tú y yo sabemos que sí, pero…
¿Verdad o creencia?
Hacía semanas que había tomado una decisión y, sin embargo, aunque la verdad que me había llevado a ella era sólida dudaba cuando escuchaba lo que otros creían.
Así que, para dejar mi trabajo tuve que recurrir a distintas formas de creerme mi propia verdad. Sobre todo, la confianza en mis logros pasados, la validación de mis experiencias vitales y la seguridad en mi voz interior.
«Porque la memoria se esfuerza en representarse la imagen creada, en llorar lo imaginado como verdadero».
Carmen de Burgos
La verdad existe tanto como la mentira. Si la verdad fuera una receta tendría muchos ingredientes: un poquito de educación; otro tanto de cultura; un puñado de creencias (impuestas y autoimpuestas); un poco más de contexto y mucho de aquí y allá. Tu verdad: válida y necesaria. Probablemente coincidente con la verdad de otros sí. Y, aún así, permíteme que insista: tu verdad.
Sabiendo que la verdad es relativa, ¿qué certezas nos quedan?
«No tiene tanta importancia la verdad como la utilidad para contarte esas historias que explican tu historia».
Laura Ferrero.
La verdad es que lo único que podía hacer no era dejar mi trabajo.
Aunque sí era lo único que podía hacer respetando mi verdad.
Y, ¿qué verdad es esa exactamente? Que mientras siga buscando estabilidad económica por encima de lanzarme a crear no voy a terminar de hacerlo nunca. Que no soy una super woman y las horas del día son limitadas (como la energía). Que puedo estar a mil cosas a la vez pero hacerlo tiene un coste que no quiero seguir asumiendo. Que acercarme al abismo incierto del emprendimiento asusta, aunque más miedo me da que pasen los años y mi mochila vital esté llena de ‘tendría que…’ o ‘debería haber intentando…’.
Que querer no es poder, aunque qué menos que hacernos caso e intentarlo.
Y así, en la confianza de mis habilidades y lo incierto de la forma concreta en la que se materializará esta etapa encuentro mi verdad.
Y, ¿tú?
Toma otra verdad/mentira para terminar:
en el movimiento es donde más respuestas vas a encontrar. En el movimiento está tu espejo. Ahí estás tú.
Y ahí, en algún lugar, estamos todas.
Casualidad o no, yo también he renunciado hace nada a un trabajo que hacía 30 años que elegí y que pensaba que me apasionaba….muy identificada con lo que escribes!