¿Es legítimo el uso de la violencia para luchar contra las injusticias? ¿Para luchar a favor del feminismo? Este es el cuestionamiento que se hacen Mississippi y Amalas, conocidas como Mestizorras, en su libro Taller de chapa y pintura.
No hay obra que me haya atravesado más en lo que va de año. No solo por el contenido; también por la forma, lo canalla, la edición y el objeto libro en sí mismo. Fue Belén, de la editorial Barrett, la que me lo recomendó mientras me lloraba un ojo sin parar (y sin sentido) en una feria de editoriales independientes.
Yo solo podía pensar en mi lagrimal rebelde y en lo que ella estaría pensando, así que lo que retuve fue algo así: tres mujeres que, ante un incidente en el metro, se hacen amigas… Una serie de asesinatos en la ciudad de Valencia… Afronta la violencia machista desde la raíz…. Súper divertido, tan cruel… Y, por supuesto, tan punk.
Luego leí la sinopsis y cuadró algo más:
Ale, Ámbar y Anita, tres mujeres jóvenes de diferente origen y condición social, se conocen al enfrentarse verbalmente a un acosador en el metro de València. Tras este ejercicio de sororidad, y a pesar de las diferencias entre ellas, se hacen amigas. A medida que crece su amistad, las situaciones de violencia sexual que sufren y que les rodean las convence para utilizar esa misma violencia contra violadores y acosadores, autodenominándose Mestizorras y creando un movimiento a nivel global.
La verdad, tardé algo en ser capaz de pasar de las tres primeras hojas (altamente sensibles para personas que hayan vivido situaciones de violencia, agresión o abuso sexual). Algo cambió en la página 41. Yo volvía a casa en metro, el mismo escenario en el que se conocen las protagonistas de este libro. Era como estar viviéndolo:
«El libro fue escrito en 2021 y teníamos claro que queríamos hablar de violencia machista. Teníamos una dirección clara y, aunque no tuviéramos muy pensado cómo se iba a desarrollar, sí sabíamos que queríamos hablar con chicas para que nos contasen sus casos reales.
Un día habíamos quedado en un bar. Mississippi, llegó muy enfadada porque había pasado un tío que le había mirado el culo. Empezamos a "cortar cabezas a mucha gente" y ahí nos inyectamos de la fuerza para empezar.
Salió todo de manera bastante natural».
Mestizorras
Sí, la declaración de arriba viene directa de un audio de las chicas. El formato de estos textos está cambiando y esta es la primera ‘Reseña menos reseña del mundo’ en la que lees mi voz, pero también la de quienes han escrito el libro y, para doble tirabuzón, la de quienes lo han editado: Editorial Barrett.
Empezamos.
Sin derramamiento de sangre no hay remisión. HEBREOS 9:22
El libro está lleno de citas, como esta de la Biblia, con lo que abre la lectura, hasta figuras actuales como la cantante Zahara o la periodista Nerea Pérez de las Heras. ¡Y los títulos de los capítulos son letras de canciones!
Con la Biblia queríamos partir porque es el origen de la violencia aceptada en la sociedad y el resto viene un poco de estudiar un poco lo que leíamos en aquel momento, como El buen sexo mañana: Mujer y deseo en la era del consentimiento de Katherine Angel.
Más natural que premeditado.
Lo de los títulos de los capítulos es porque nos encanta la música. No hay justificación, queríamos hacerlo y fin: lo hicimos.
También hay varios capítulos en los que usamos una parte de la canción dentro de la historia y se va mezclando la historia con eso.
Mestizorras
En los detalles me quedo atrapada: el libro como objeto te habla.
No tienes que dejarlo todo a la imaginación, lo sientes porque ves un «TE ODIO, TE ODIO, TE ODIO» chillándote en negrita, mayúsculas y tamaño ampliado encabezando un párrafo. O un «TÍA, NO TE AGOBIES, AL FINAL NO HA SIDO PARA TANTO» ocupando dos páginas enteras. O recortes de noticias reales superpuestas. O páginas en negro… ¡Hasta reseñas de restaurantes, como si las estuvieras viendo en tu móvil un rato antes de decidir si vas o no a ese lugar!
Y, ¿quién mejor para que me contasen los entresijos de esta fantasía editorial?
Quisimos darle a Taller de Chapa y pintura un aspecto raro, una mezcla bizarra entre ensayo, fanzine y novela al uso, que reflejara la espontaneidad, así como diferenciar claramente cada una de las partes y que todo eso sirviera para dar importancia a las reflexiones salvajes que planteaban las Mestizorras.
Por ejemplo, durante todo el libro vamos variando el tamaño de la tipografía, intentando que cuando leas fijes la vista o que pauses la lectura en un lugar clave, que genere más indignación un determinado fragmento, el diseño puede ayudar a cambiar tu forma de leer.
También ocurre algo similar con la organización de las imágenes, los recortes de prensa, los diálogos de WhatsApp. Intentamos cuidar todos los elementos para aportar algo más al texto, que ya de por si...tiene tela.
Editorial Barrett
La rabia colectiva y la necesidad de venganza son el vehículo de lucha contra el hartazgo de las violencias sufridas.
Todo en el libro te dice: horrorízate, esto pasa, esto es heavy y no lo vamos a dulcificar. ¡Que rueden cabezas! Y sin censuras, que para eso es ficción. No digo que te incomoden los insultos plasmados —que también—, es que la violencia es tan explícita que igual te suben las arcadas.
En alguna entrevista leí que incluso llegaron a buscar formas reales de matar a alguien para que el relato resultara más fidedigno.
Como ya teníamos la cuenta de Instagram de Mestizorras le pedimos a la gente que nos contara… Son todas noticias reales.
Al principio está la fake news, pero si lees alrededor está lo real. Buscamos muchas noticias y era escalofriante porque había muchos casos en cada país.
Queríamos sacarlo también para que pudieras horrorizarte un poco más.
Mestizorras
Una de las cosas que más nos llamaba la atención era que teníamos entre las manos algo que se acercaba mucho a esos fanzines que tanto nos gustan en Barrett y en los que de repente cabe todo. Entonces pensamos que sería buena idea hacerlo al revés, es decir, tratar de transformar un texto literario en un fanzine, que enfatizara el texto tan explosivo que habían escrito. Aquí somos bastante de empezar la casa por el tejado, y comenzamos a hablar sobre cómo deberíamos enseñar este libro; queríamos aprovecharlo para jugar, para protestar, para cagarnos en... y, digamos que a todas nos pareció una gran idea.
Nuestro papel como editoras hay veces que se centra mucho más en cuidar el estilo de un texto, pero en este caso nos centramos además en otras cosas. Para empezar, creamos un grupo de Whatsapp que se llama Barrettzorras, donde lanzábamos ideas locas. Posteriormente, en una reunión decidimos desarrollar una de ellas. Esta consistía en hacer creer a todo el mundo que las Mestizorras habían viajado a Sevilla y nos estaban amenazando para que publicáramos su libro. Hicimos una pintada efímera, vamos, que duró cinco minutos, en la puerta de nuestro local que ponía «Mestizorras». Antes de borrarla, hicimos una foto, la subimos a Instagram y etiquetamos a las Mestis en nuestras redes junto a un mensaje que decía: «La propietaria de nuestro local dice que vengáis a borrar esto con el coño». En ese momento todo se lió. Hubo gente que quería matarlas a ellas, les enviaron cientos de amenazas y mensajes de odio. Unas horas después dijimos que se trataba de una broma, de un juego. Hubo gente que entendió todo perfectamente y otras que siguieron mostrando toda la violencia que plantea el libro.
Editorial Barrett
Lo de las redes se nos va de las manos, sí. Pero es que no son más que el reflejo de lo que hay fuera de ellas. Que las escritoras recibieran amenazas es violencia, así que escribir un libro sacando la katana es lo de menos.
¿En qué momento normalizamos la violencia en nuestro día a día, pero es susceptible de crítica en un libro?
Nos hemos acostumbrado a ver el horror a través de cualquier pantalla. Y ya no hablo solo de la violencia contra las mujeres, también contra otras minorías, en la Franja de Gaza…
Las de Barrett lo tienen claro: «Si hay un fragmento que nos encanta, es sin duda ese manifiesto de la página 126, porque si hay un lema en este rape and revenge es, sin duda, ¡FUERA CABEZA!».
Mi capítulo favorito: el del FOMO (Fear of missing out).
Les confesaba a las chicas que no podía dejar de leerlo, no quería que llegase mi parada de metro. No quería perdérmelo, estaba atrapada. Como lo estamos en ese sentimiento de creer que por no estar ‘conectadas’ nos perdemos algo. Algo importante…
A nosotras también nos encanta. En realidad el libro entero fue bastante divertido de escribir.
No creemos que se salga del resto del libro porque si te fijas cada chica tiene su cápsula (como si estuvieras en un reality cada una va delante de la camarita a hablar). Con Ámber, el FOMO. Con Anita los pensamientos intrusivos súper violentos. Ale que es la prota que en realidad puedes ser tú o su hermana... Es el final cuando habla del suicidio y el tema de la crisis de identidad.
Lo llamábamos como “las taras” de cada una. El FOMO quizás es más potente que el resto pero corresponde a este patrón de cada una.
Y porque nosotras tenemos estas movidas, claro, la doble personalidad, el toc…
Mestizorras
Y que, para que no me envidies, te dejo el enlace directo para que te compres el libro ya.
Te dejo el enlace del libro porque quiero comentarlo y hasta hacer un clubesito de lectura si se tercia, ¿te gustaría? Pero también te dejo esta pregunta que me persigue: si mañana te encuentras con la violencia machista de frente, ¿qué haces? ¿Hasta dónde llega tu sororidad? ¿O solo yo necesito revisar qué batallas estoy dispuesta a librar?


Gracias a las chicas Mestizorras y a la editorial Barrett (con doble T, muy importante) por charlar conmigo y hacer que me enamore un poco más violentamente de la literatura.