Lecturas que me acompañaron los últimos doce meses
No es lo que pasa en los libros, es lo que pasa entre ellos y tú.
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Dicho esto, aquí va el post prometido sobre mis lecturas del último año y te hago una pregunta al final.
2024 lo viví con la palabra movimiento tatuada en cada paso que daba. Un movimiento sin pasos específicos, aunque sí en una dirección clara: la escena literaria. Iría a ferias, presentaciones, charlas, etc., viviendo en Madrid tenía que aprovechar la oportunidad.
Ahora hecho la vista atrás y casi todas las lecturas de 2024 fueron consecuencia de ese movimiento. No de tendencias, no de imposiciones (propias ni ajenas).
Como siempre, no son los títulos lo que más importa —ni si quiera saber si me han gustado o te los recomiendo— es lo que pasa entre ellos y tú.
Enero
Las mujeres que escriben para mujeres me interesan. María Fornet es escritora y psicóloga especialista en coaching psychology con perspectiva de género. Su libro me sorprendió mucho y me dio un toque de atención: no te dejes engañar por las apariencias, el fondo sigue siendo lo más importante. Utilizar historias aparentemente sencillas para hablar de temas comunes es muy inteligente. Y, oye, ¡engancha! Ya tengo ganas de que saque el próximo libro de la saga.
¿La historia? La de Maya Conesa, una reputada tarotista afincada en el costeño barrio de Santaurora y que cuenta con un millón de seguidores en redes, sufre un accidente en su fiesta de cumpleaños tras haber recibido un misterioso regalo de alguien que no consigue recordar. Tras morir durante noventa y nueve segundos, regresa solo para descubrir que ha perdido toda su visión: incapaz de ver el futuro y con una ceguera inexplicable, se embarca en reconstruir el rompecabezas de su pasado mientras desentraña los eventos del día del accidente.


El regalo más bonito que me trajo el 6 de enero de 2024 fue mi permiso para lanzar mi propio club de lectura. Volvía a casa en el metro con un roscón de reyes en una mano y el móvil en la otra compartiendo audios con mi amiga A. comentando el impulso. Al llegar a casa el libro en la estantería me llamó y yo me dejé atrapar.
Este libro te atraviesa, no te deja indiferente. Solo por eso ya merece todo. Todo. Costumbres y leyendas. Sexo, concepción y alumbramientos. También comida, matanzas y recetas. Te di los ojos y miraste las tinieblas es una lectura incómoda. Y nauseabunda, violenta, metafórica y con atisbos de luz que atraviesan el bosque igual que el sol se esconde en los rayos de una masa oscura de nubes esperando el momento de tronar. Son ellas (Bernadeta, Margarida, Blanca, Elisabet, Ángela, Dolça, Marta y Alexandra) las que importan en esta fiesta que dura una madrugada, una mañana, un mediodía, una tarde, un atardecer y una noche.
Febrero


Mi hermana lo había leído y me lo recomendó mucho.
La autora narra la vida de Lee Ok-Sun, una joven coreana que durante la Guerra del Pacífico fue explotada como ‘mujer de consuelo’, el eufemismo utilizado por el ejercito imperial japonés para referirse a sus esclavas sexuales.
Las ilustraciones te dejan sin respiración como pauses más de dos segundos en algunas de ellas.
Fue una lectura a prisas que deboré entre duelos que empezaban, viajes inesperados y otros truncados.


El 14 de febrero mi hermana y yo tuvimos el plan más romántico de todos: asistir a un club de lectura en Ámbito cultural para escuchar y conversar con la autora del amor y sus cuentos.
La cita más guay que he tenido nunca. Sí, incluyó flores que regalé a distintas personas atraída por una floristería que había frente a un lugar donde tomaba café. La gente que entraba y salía de ella sonreía. ¿Amor verdadero? ¿Consuelo? ¿Disculpas? ¿Costumbre? ¿Fachada? ¿Qué más da? El acto de comprar y regalar un momento tiene un valor incalculable, aunque tendamos a encasillarlo y no responda a un supuesto impulso genuino.
La primera vez que leí a Marta fue con su primera novela Los nombres propios y me cautivó tanto que corrí a comprar este de relatos en cuanto salió. Así que, si soy sincera, no sé si este libro lo leí en febrero, enero o el año anterior.
Altamente recomendable. Todos los cuentos son historias de amor ubicados en la actualidad. Una incursión a diferentes realidades cotidianas en las que es difícil no sentirte de algún modo identificada.
Marzo
Este fue un libro recomendado (y prestado) por un amigo y el primero en años que me pesaba tanto al transportarlo. ¿Sabes cuántas páginas tiene? Muchísimas, más de setecientas.
Fue la novela de debut de Donna Tartt y se convirtió en un superventas inmediato. Hablamos de 1992, yo no sabía hablar ni leer por aquel entonces. Si he tardadado más de treinta años en llegar a él no tenía prisa por acabarlo. Tres meses estuvo conmigo, intercalándolo con otras lecturas.
Cuenta la historia de un grupo de estudiantes de literatura clásica que perpetran un asesinato. Apenas recuerdo sus nombres, aunque sí cómo al principio, entre tanta referencia filosófica, me sentí torpe y poco leída. ¿Te ha pasado alguna vez? Empiezas una lectura y, en lugar de disfrutarla, te frustras porque el lenguaje parece superior al tuyo. Esto no me ocurre solo con algunas lecturas, también me pasa con algunas personas y en algunos entornos. Cuando sucede se mezclan la admiración y la rabia. Esta última conmigo misma, por sentirme insuficiente. Cuando esto ocurre tengo que tirar de compasión y perspectiva.
Una vez superadas las primeras cien páginas no sé si el tono fue distinto (supongo que no), me olvidé de la frustración y viajé con las emociones y las pistas hasta descubrir por qué matan a aquel chico.
Me quedo con esta frase. No porque resuma ni señale algo crucial del libro, sino por lo preciosa y rotunda que es:
«La belleza raramente es suave o consoladora. Más bien al contrario. La genuina belleza siempre es bastante sobrecogedora».
Abril
No sé si Fígaro será el gato más culto del mundo pero si sé que aquel gato negro que se paseaba por el Ateneo de Madrid me regaló un momento mágico en una tarde cualquiera de abril.
Fue una presentación chulísima (sí, permíteme esta palabra tan poco inteligente o culta pero es que fue… muy… chula). También mágica, preciosa, solemne, llena de amor y cuidada al detalle.
Tuve que contener las lágrimas en más de una ocasión. ¿Por qué? Por el sitio en el que estábamos —el Ateneo de Madrid—; por unir voz y rostro de Mar Abad, a quién tantas veces he escuchado en los podcasts de El Extraordinario; por poder compartir con ella que «yo también he escrito sobre Carmen de Burgos»; por abrazar a Lalauri y decirle que tiene en su salón en cojín con una funda que le regaló mi hermana hace muchos años…
El libro te traslada a una época vibrante y convulsa de la historia de España: años 20 y hasta el final de la Segunda República.
De la mano de Fígaro, un gato inspirado en un felino real que vivió en el Ateneo de Madrid, la autora nos presenta datos menos conocidos de algunos personajes de aquel momento como Ramón Gómez de la Serna, Victorina Durán, Maruja Mallo… Un viaje al ambiente del momento, con sus teatros, cafés, tertulias y vaivenes políticos.
Cauterio fue un regalo temporal. Regalo porque eso de que te presten libros no podemos darlo por hecho ni restarle importancia… A veces los libros esconden secretos, notas, momentos… y que alguien los comparta contigo es algo íntimo y… ¡un regalo! Temporal porque cuando lo terminé y pude ver a mi amiga de nuevo se lo devolví.
Esta lectura es un viaje de dos mujeres de dos tiempos distintos que bien podrían ser el mismo en los detalles; en la idea de género, de qué significa ser mujer; en la huída; en la búsqueda de una misma y, cómo no, en la certeza de querer sobrevivir. Una mujer en 2014 y otra en el siglo XVII.
Una mujer contemporánea sin nombre en la que muchas mujeres del siglo XXI pueden encontrarse representadas y Deborah Moody, una terrateniente británica que huyó de Londres en 1639 en busca de oportunidades en el Nuevo Mundo. Es un personaje en este libro pero si la buscas existió de verdad y fue la mujer que diseñó el primer trazado urbanístico de lo que ahora es Brooklyn.
Recuerdo a duras penas la trama. Hay libros que me gustan más en su forma que en su contenido. Ahora que ha pasado el tiempo e intento volver a esta lectura para describirla me doy cuenta de que hubo detalles que se quedaron pululando por ahí más allá de lo que pensé en aquél momento mientras también he olvidado la mayoría.
Eso me hace preguntarme: ¿para qué leemos? Para acordarnos después seguro que no.
Y esta otra pregunta que ronda mi mente: ¿para qué escribimos? Para recordar, para revivir.
Mayo


El aguinaldo y los reyes de la yaya siempre eran los regalos más especiales de las navidades. Desde que ya no se hacía cargo ella misma mi madre solía elegir algunos títulos de mi eterna lista de pendientes y me los regalaba en su nombre. No tengo todos firmados (ni besados) pero El amigo sí. Por eso es un libro que probablemente me cueste prestar.
Inciso: ¿cuántos libros prestamos que olvidamos (o no olvidamos) y nunca vuelven a tu librería? Si te he prestado algún libro y hace tiempo que no te lo pido escríbeme, al menos empiezo a hacer inventario. 😅
Fue una recomendación de una profesora del máster de escritura creativa que me gustó mucho, aunque también me hizo sentirme fuera de lugar con tantísima mención literaria de autores y libros que no he leído.
Es un libro de no-ficción en el que la autora, una escritora neoyorkina, es protagonista y narradora. Pierde de forma inesperada a su gran amigo y mentor y de forma no menos inesperada se ve obligada a hacerse cargo de su perro–un enorme y artrítico gran danés–, que se ha quedado solo y traumatizado por la súbita desaparición de su amo.
Para mí la belleza está en cómo trata la pérdida, el sentimiento de soledad, de cuidado e, incluso, de sorpresa y desengaño.
Tiene un final MUY inesperado.


Una frase que he escuchado mucho últimamente entre distintas figuras literarias ha sido: «para saltarte la norma tienes que conocer muy bien la norma». Los clásicos se llevan este ‘galardón’. Sin embargo, Andrea Abreu en Panza de Burro hace suya esta frase escribiendo este libro plagado de saltos de norma.
¿El idioma? El canario. El canario adolescente de una millenial, para ser más exacta. Aunque es lo más visible, como anunciaba su editora Sabina Urraca: «Panza de Burro no puede ser un canon del habla canaria —son tantas personas, son tantos momentos distintos— sino más bien una invitación a un ritual en el que no se conoce a mucha gente».
Publicado por la editorial Barrett, una de mis favoritas, es el espejo en el que las niñas de mi generación nos hemos mirado. Ese espejo que tantos días (y tantas noches) nos devolvió una imagen desfigurada en plena edad de desarrollo.
Aunque si Isora (la protagonista) hubiera sido mi amiga no sé si sería quién soy ahora…
Junio
Con la primavera madrileña llegó la Feria del Libro a El Retiro. También llegaron, entre otros, Sara Búho, Beatriz Serrano o Sara Torres, sentadas en diferentes casetas en alguno de esos larguísimos pasillos donde puedes perderte entre tantas historias hechas libros.
A Sara le compramos dos ejemplares. Uno para mí y otro para una amiga. El único objetivo era el abrazo. Uno para Sara, a la que llevo años viéndola en presentaciones y ferias. Otro para mi amiga, que estaba lejos y lo necesitaba.
Este libro me gustó tanto, tantísimo que fue la segunda (y última) lectura que hicimos en el club de lectura que monté en enero y que tuvo solo dos ediciones.
Este libro me gustó tanto, tantísimo que le dediqué una reseña. La puedes leer aquí.
Corre a buscarlo y luego vuelve aquí para que lo comentemos. Este libro me gustó tanto, tantísimo, que sigo volviendo a leer algunas partes y creo que siempre lo haré.
Sara Torres hace titilar hasta los recovecos más escondidos de la seducción: el cuerpo, el control, las esperas, la paciencia, el ansia, las dudas, el rechazo, la intimidad, la envidia, ¿ser o no ser suficiente?, el sexo, la fantasía, el deseo, ¿querer o que me quieran? Como si las palabras bastasen…
Julio


A Las gratitudes también le dediqué un artículo en esta newsletter. Lo puedes leer aquí.
La historia que escribe Delphine de Vigan es la de Michka. Padece afasia, un deterioro que afecta a la capacidad lingüística. Busca palabras que no encuentra. No lee libros porque la vista no le alcanza y los que tienen la letra grande no le gustan: «Son para viejos». Quiere cerrar cuentas pendientes y dar las gracias antes de morir.
Y hasta aquí te cuento. Tiene mucho para procesar este libro. Te invito a leer (sin spoilers) mi reseña. Es la menos reseña del mundo, te cuento una historia y, quién sabe, igual compartimos algún punto en el medio que merece la vida.
Agosto
Beatriz Serrano escribe en El descontento sobre lo que todos vivimos en esta era de Youtube, la inmediatez, los Glovos, la city… Además, si trabajas en una agencia de publicidad, tu trabajo. Aunque no necesitas vivir en una ciudad ni ser publicista para compartir el descontento con el esclavismo subliminal que existe en la clase trabajadora hoy en día.
Quise llevar esta lectura al club también, aunque hubo muchas ganas también hubo muchas negativas. El miedo a leer aquello que tanto nos empeñamos en ocultar, como si así doliese menos…
Para ti, si este libro te ha llamado alguna vez la atención —o si también acabas de descubrirlo— no temas. No duele tanto y es hasta divertido. ¡Y ligero!


De qué hablo cuando hablo de correr, de Murakami y Plantéate esto: Momentos de mi vida como escritor que lo cambiaron todo, de Chuck Palahniuk fueron lecturas de sol y lluvia de verano.
De Murakami he leído varias novelas, este libro es el primero en el que la voz propia del escritor se cuele entre tus pensamientos en primera persona. El título es bastante ilustrativo sobre la temática. Aunque, como siempre, un libro va más allá de lo que propone. Corras, o no, es una lectura muy sencilla y con la que reflexionar sobre tus propios límites. Sobre la vida…
Para quien le apetezca, hice una lista de música con todas las canciones y artistas con los que este escritor sale a correr. La puedes escuchar aquí.
Plantéate esto: Momentos de mi vida como escritor que lo cambiaron todo se inundó con una fuerte tormenta de verano y no he vuelto a él. Apenas lo había comenzado a leer. Si te soy sincera, no sé cómo ni cuándo sentiré la llamada del libro de nuevo, de momento lo que queda de él sigue en la biblioteca de casa.
Septiembre
A Eugenia la conocí en la presentación de su libro en Madrid. Cosas en común con esta autora uruguaya: un deseo perenne de escribir, una inseguridad innata también y un máster de escritura creativa que abre caminos. Para ella, este libro. Para mí, el que vendrá.
Carnada cuenta la historia de Marga, una adolescente a la que sus vecinos consideran gafe, se convierte en el símbolo del paso de la infancia a la adolescencia, marcado por el despertar de la sexualidad y la violencia en Pueblo Chico, el pueblo ficticio que crea basándose en su propio recuerdo de un lugar en el que vivió de adolescente.
Ahora que lo pienso, algunos títulos del año pasado tienen en común personajes protagonistas adolescentes, no había caído en ello hasta ahora. De España a Uruguay las adolescencias no cambian tanto, los sentimientos no cambian tanto.
El desarrollo es según tu contexto, aunque las emociones primarias permanecen.
Noviembre




Un mes de cambios personales y lecturas ocasionales con libros que siempre andan por el salón, la mesita de noche, el bolso y el metro.
Diciembre
La historia que esconde la adquisición de este libro es más divertida (y reflexiva) que lo que puedo contarte de él todavía. No lo he terminado, me quedan apenas unas páginas. Quizás lo traigo a esta reseña en próximas entregas porque conforme he ido avanzando más he ido quedándome atrapada en él.
También publicado por la editorial Barrett, me lo recomendó la mismísima Belén como una cosa muy loca y muy necesaria. Solo con la portada ya sabes que no vas a leer algo ‘normal’.
Y hasta aquí puedo leer y contar. Aún estoy asimilando la violencia del libro.
Aunque tampoco he terminado este libro (sí, soy esa persona que lleva muchas lecturas a la vez) me lo regaló Papá Noel y más de la mitad me lo leí antes de terminar el año.
También de Beatriz Serrano —autora de El descontento— se adentra en la historia de Blanca, una niña valenciana cuya madre desaparece de la noche a la mañana y crece sintiéndose sola y maldecida por un fuego en la garganta que no sabe explicar.
¿Cómo terminará? Lo descubriremos.
Hasta aquí mis lecturas de 2024.
Si has llegado hasta el final (de seguido) hará unos 15 minutos que empezaste a leer. Enhorabuena por estar tanto tiempo aquí, juntas. Si has leído esta entrada a trocitos, enhorabuena también. Llegar al final me sigue pareciendo un acto casi mágico sabiendo lo mucho que dejamos a medias en este mundo de Internet… Y fuera de la red, para qué nos vamos a engañar.
Me interesa mucho saber si este tipo de lecturas más fragmentarias; tipo lista y ‘recomendaciones’, que entrecomillo porque en realidad no siento que te esté recomendando nada, te apetece y gusta.
Y aquí mi pregunta:
La idea del club de lectura sigue pululando por ahí pero no termino de encontrar el formato y quería saber qué interés (real) hay por aquí. O si solo son deseos míos…
Igual no te interesa un club como tal porque te agobia no llegar a la cita en la que comentamos el libro porque no te lo has leído. O quizás sí, aunque prefieres salir de la pantalla y quieres hacerlo presencial. También están los clubes que envían guías de lectura, ¿esto te interesaría? O con dinámicas asociadas… Será por ideas…
Otra posibilidad es crear un espacio donde comentar lecturas pero más fluído, sin imposiciones, solo por el hecho de estar conectadas a la lectura en sí, a la pausa que esta propone, a la reflexión… Puede ser un canal de Telegram, un grupito en Substack.
¿Me cuentas si algo de esto te atrae? Ya sabes que estoy al otro lado del email, en comentarios, mensajes privados en Instagram y Substack… Por escrito o en email. Te leo y escucho.
Con cariñito, hasta la próxima entrega de La reseña menos reseña del mundo.